martes, 17 de marzo de 2009


Una parte de cada uno se envejece, se oscurece, con el pasar del tiempo. Dejamos desvanecer lo esencial y miramos el entorno con demasiada frialdad, en un mundo donde la superficialidad es primordial.
El tiempo pasa y olvidamos esa vez que creíamos que nada dolía y que el mundo era lo suficientemente pequeño para nuestros ojos pero infinito para nuestro pensamiento.
A medida que pasa el tiempo el mundo se reduce a un tic-tac de relojes. Aprendimos a caminar a ciegas con ojos bien abiertos. El actual terror, la muerte, antes, egoísmo. Ese egoísmo que se olvidó de la inocencia que supimos tener, egoísmo que formaba parte de la inocencia y no del individualismo persistentes en caras y cuerpos adultos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya te dije mi opinión sobre el texto.
Y que no quede el blog este quieto, eh. Seguí actualizando que subís cosas lindas.
Nos vemos en estos días, eh.
Beso.

Anónimo dijo...

Bueno, bueno, quejosa.
Siempre tan quejosa vos, eh.
Andá a bañarte y dejáte de acusarme de cosas.
¿Beso?